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Muy lejos aún de políticas de prevención del abuso y de la violencia de género, nuestro país tolera jueces conniventes con los delitos sexuales. Falta mucho para que las viejas prácticas políticas den paso a nuevas concepciones donde el sujeto elector está protegido por el poder que le suplica el voto. Todavía tenemos feudos, caudillos decimonónicos y una gran falta de ética. Es tan grande la soberbia de estos señores que ni siquiera pueden copiar, somerante plagiar lo que otros países hacen bien.
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