sábado, 30 de junio de 2007

EL MUNDO DE CORTAZAR

Una exposición en Barcelona permite acercarse a Julio Cortázar a partir de su obra.

EFE
BARCELONA
.- Libros de Pablo Neruda o García Márquez dedicados, poemarios con garabatos en español y en francés, o volúmenes que conservan sorpresas en su interior son algunos de los objetos que se muestran en la exposición 'Los libros de Cortázar', en la Fundación Círculo de Lectores de Barcelona.

Formada por más de 4.000 documentos, fundamentalmente libros y revistas, la biblioteca de Cortázar fue donada en la primavera de 1993 por su viuda y legataria universal, Aurora Bernárdez, a la Fundación March, que la conserva en Madrid y que ahora da a conocer en la ciudad condal una pequeña muestra.

El presidente de la Fundación March, Javier Gomá, opina que esta exposición, que ya pudo verse en Madrid en 2005, "permite bucear en el alma y los secretos del escritor", mientras que Bernárdez, que ha viajado de París a Barcelona para la inauguración, ha destacado que su marido "nunca fue un coleccionista bibliófilo, aunque amaba los libros que había leído con placer, y que, a veces, eran de ediciones discretas".

En la exposición figuran dos curiosas separatas: una que contiene un breve poema visual, titulado '720 círculos', con las instrucciones para poder leerlo, y otra en la que se recoge el capítulo 126 de 'Rayuela', que su autor nunca incluyó en la novela que lo hizo mundialmente famoso.

"A Julio, tu estás por aquí en unas páginas", es una dedicatoria de Pablo Neruda de 1970, mientras que en la primera página de la primera edición de 'La casa verde', de Mario Vargas Llosa, se puede leer "A Julio y Aurora, los primeros lectores de esta novela de caballerías peruanas...".

A bolígrafo o con un lápiz Cortázar anotaba mucho en los libros que le interesaban, a veces cortas frases como "Pinochet se los venderá a los yanquis, es lo más seguro" (en las memorias de Pablo Neruda), mientras que en otras ocasiones apostaba por una simple exclamación a pie de página: "Bello como Hölderlin", en un poemario de Pedro Salinas.

Precisamente su viuda aseveró que "subrayaba mucho porque establecía un diálogo con el autor, puesto que para él la lectura era una forma de relación privilegiada con alguien".

En la exposición también se da a conocer una anécdota, que Bernárdez ha confirmado, en el sentido de que el escritor y su esposa en un viaje en tren que efectuaron por Italia en los años 50 tiraban por la ventanilla las páginas que iban leyendo de ediciones baratas de novela negra que compraban en los quioscos de las estaciones.

La viuda del narrador ha contado que Julio leía primero y luego arrancaba la página y se la pasaba a ella, que la acababa lanzando fuera del tren porque "ya no valía la pena guardarlas. Lo importante es recordar lo leído".

Respecto a cómo se relacionaba Cortázar con los libros, Aurora respondió que era alguien habituado a pedir prestado y a prestar, que mantenía, especialmente, "relación con el contenido" de lo que leía y ha descubierto que "no toleraba escuchar música o que le hablaran", mientras estaba abstraído en esa tarea.

Habitualmente, en su casa de la calle Martel de París, el argentino tenía los libros colocados en las estanterías por orden alfabético, pero "sabía muy bien donde estaban los que le importaban, aunque reinara allí el desorden".

Autor que cuenta con nuevas generaciones de lectores jóvenes que siguen interesándose por su obra, según corrobora su viuda a partir de los mensajes que encuentra en su tumba, ahora vuelve a estar en voz de muchos al haberse utilizado su palabra para un anuncio de coches, lo que ha defendido su viuda, porque "se hizo bien" y porque "Cortázar siempre adoró los automóviles".

La exposición de Barcelona, que se podrá ver hasta el 21 de julio, coincide con la publicación del volumen VI de sus Obras Completas, dedicado a la obra crítica.

Fuente El Mundo

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