La editorial Taurus acaba de publicar la autobografía de Joachim Fest, "Ich nicht - Erinnerrungen an eine Kindheit und Jugend" ("Yo no: recuerdos de niñez y juventud"). En ella relata su vida durante la época nazi, en la que su padre tuvo que sacrificarse continuamente para mantener a su familia sin caer en la tentación que prometía la propaganda fascista. Como biógrafo de Hitler ( su texto fue la base de la película "La caída) polemizó con Günter Grass acerca de las posiblidades de decir no al Tercer Reich.
En una extensa nota publicada en El País, se expone un análisis sobre las causas de ese ascenso nefasto del fascismo dejando entrever que fueron pocas las motivaciones intelectuales que habían llevado a Hitler al poder en contraste con las experiencias vitales de la gente. Inflación y crisis económica mundial, junto al derrumbamiento de la clase media suponen un miedo de la población a hundirse aún más en el vacío. La fisura ideológica de la noción del Estado y una tendencia de la época a fascinarse con los sistemas totalitarios o al menos dictatoriales, sobre todo en casos como el de Hitler cuyo aparato de propaganda como bien analiza Hanna Arendt en El origen de los Totalitarismos parecen ser el fermento ideal para que amplias e indecisas capas de la población que comulgaban totalmente con la República se vieran amenazadas por los radicales de derechas y de izquierdas y sintieran que un cambio de rumbo se imponía debido al llamado espíritu de los tiempos. Con Hegel en la mochila, la idea resultaba familiar.
De igual modo y atediendo aquellas razones la nota de El País se interroga hoy por cómo todos estos motivos pudieron hacer enloquecer a un viejo pueblo civilizado como el alemán. ¿Cómo los dirigentes del movimiento nacionalsocialista pudieron pisotear todas las garantías constitucionales sin que hubiera la más mínima resistencia? ¿Cómo fue posible tanta arbitrariedad jurídica en una nación amante del orden? Dice Joachim Fest: "Una vez le escuché a mi padre decir que los alemanes ya no eran alemanes: Han perdido su pasión por la reflexión y han descubierto su afición por lo primitivo. El tipo de erudito reflexivo del siglo XIX ya no es el modelo en que se fijan. Lo fue durante mucho tiempo. Ahora se fijan más en el guerrero tribal que baila en torno a un poste y que orienta hacia el cabecilla su rostro pintarrajeado. ¡El pueblo de Goethe!". La explicación más sencilla para el auge del nacionalsocialismo era que, al igual que todos los grupos lucrativos y dispuestos a utilizar la fuerza, atrajo a los oportunistas. Esto queda demostrado tanto por el tumultuoso desbordamiento de los llamados "caídos de marzo", que se contaban por cientos de miles y que se afiliaron al partido a última hora durante la primavera de 1933, como también por la desaparición del partido en 1945 sin dejar rastro. Nadie deseaba haber pertenecido a algo que había resultado tan estéril.
De igual modo y atediendo aquellas razones la nota de El País se interroga hoy por cómo todos estos motivos pudieron hacer enloquecer a un viejo pueblo civilizado como el alemán. ¿Cómo los dirigentes del movimiento nacionalsocialista pudieron pisotear todas las garantías constitucionales sin que hubiera la más mínima resistencia? ¿Cómo fue posible tanta arbitrariedad jurídica en una nación amante del orden? Dice Joachim Fest: "Una vez le escuché a mi padre decir que los alemanes ya no eran alemanes: Han perdido su pasión por la reflexión y han descubierto su afición por lo primitivo. El tipo de erudito reflexivo del siglo XIX ya no es el modelo en que se fijan. Lo fue durante mucho tiempo. Ahora se fijan más en el guerrero tribal que baila en torno a un poste y que orienta hacia el cabecilla su rostro pintarrajeado. ¡El pueblo de Goethe!". La explicación más sencilla para el auge del nacionalsocialismo era que, al igual que todos los grupos lucrativos y dispuestos a utilizar la fuerza, atrajo a los oportunistas. Esto queda demostrado tanto por el tumultuoso desbordamiento de los llamados "caídos de marzo", que se contaban por cientos de miles y que se afiliaron al partido a última hora durante la primavera de 1933, como también por la desaparición del partido en 1945 sin dejar rastro. Nadie deseaba haber pertenecido a algo que había resultado tan estéril.
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La pregunta es ¿qué tiene de interesante esta nota, más allá de la erudicción del gran historiador que fue Fest, de su trabajo como periodista desde 1973 en el Frankfurter Allgemeine que dirigió en vida y de su polémica con Grass?:
La derecha en la Argentina fue criminal siempre... recordarlo por estos días ayudará a más de un indeciso.
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