Por Federico Maggiore,
de la antología de cuentos ‘Éxaphon’.
Esta obra contiene 5 personajes... (es decir), cinco –personajes, claro–. El primero pulula entre las putas del perímetro más cercano; punta de cremas –le dicen–, pliegue de un vestigio de otras épocas pasadas que pasaron a formar parte de aquellos otros pasados que giran en torno a más y desconocidos pasados que también pasaron sin rastro y del que nadie en su memoria recuerda que ha tenido una memoria que tal vez algún estado sin derecho le ha hecho olvidar. Este notable sujeto cual un personaje se debate siempre (a todo momento, dice él), entre el actor-intérprete que no supo-pudo ser, amalgamando palabras cual un comediante de bajo presupuesto que debe explicar todo, y todo debe hacerlo dos veces, es decir, decirlo dos veces: porque aquellos que carecen de público finalmente deben ser el actor que cuenta y el público que aplaude; primero, dice como sujeto de pie en el escenario; segundo, se manifiesta como oyente ante lo anteriormente dicho. Es un individuo sin figura o una figura sin individuo que acalla aquello que ya... ¿cómo decirlo? Lo cierto es que esta personalidad de la que goza el personaje o el actor-intérprete, no es más que una caricatura referente a interminables sinónimos, puesto que su hablar se basa en ello. Cito: “Paraje del sur que no contemplé, no pude esta tierra divisar, qué estancia, parte o lugar, ¡ay de mí si yo fuera aquello que ya no seré!”. Yo digo de este libro, y ahora hablo dejando a un lado este personaje y relegando a los otros 4 –o cuatro–, que es sosteniblemente insoportable. Sí, claro, ya sé; puedo oír las risas, no se alteren. Y repito –para despejar dudas– sólo que ahora con un movimiento de piezas (pues qué son las palabras sino las piezas con las que trabaja el narrador), entonces repito: insoportablemente sostenible. Para los que no leyeron...
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