jueves, 26 de julio de 2007

VIETNAM E IRAK, LA MISMA VAINA

"La jodimos en Vietnam y en Irak"
FRANCESCO MANETTO en El País
Un hombre se quita el reloj y lo lanza al viento, lejos de la cámara, antes de arrancar una Harley Davidson. Estamos a finales de los sesenta, ese hombre se llama Peter Fonda (Nueva York, 1940), tiene 27 años y está actuando sólo a medias. Quiere vivir libre, sin condiciones, "tanto en la ficción como en la realidad", recuerda. Cuarenta años y más de 60 rodajes después, el legendario Capitán América, protagonista de Easy rider, hijo del también actor Henry Fonda y hermano de Jane, ya no tiene miedo a los horarios. Y contesta puntual, con un sonoro "sí, estoy listo" en su casa de Los Ángeles, donde descansa leyendo guiones. Como el que hace dos años le enviaron los productores de Cobrador: In God We Trust, largometraje del brasileño Paul Leduc que se estrena hoy en Madrid.
En Cobrador, coproducida por Agustín Almodóvar, Fonda se convierte en Mr. X, un personaje enigmático rodeado de intérpretes latinoamericanos que viajan entre Estados Unidos, México, Argentina, Brasil... "Nada más leer el guión, me sentí atrapado y fascinado por esta historia", comenta con tono educado, meditando sus respuestas. "¿Por qué?", se pregunta enseguida. "Porque creo que en la película se esconden unos mensajes políticos directos, muy importantes y necesarios hoy día. Hace reflexionar". En Cobrador, los personajes no se conocen, pero acaban formando parte de una trama común, en la que todo el mundo es víctima y al mismo tiempo culpable de algún delito. Cada uno, a su manera, intenta cobrar su deuda con el mundo. "Eso es muy importante, sobre todo en los tiempos en que vivimos. Creo que la historia muestra la situación del mundo bajo un punto de vista comprometido. Muestra los problemas de la clase trabajadora, los conflictos de los pueblos y la mala suerte que tiene la gente común, y eso me gusta". Unos problemas que, según Fonda, en Estados Unidos se están convirtiendo en un callejón sin salida: "culpa de la administración del presidente George W. Bush", sostiene. "Como ciudadano, me siento avergonzado por la situación política en Estados Unidos. No me gusta que mi país siga combatiendo en Irak. Además, la actitud del presidente supone también una falta respeto hacia el pueblo. Es muy arrogante", explica. Y vuelve a poner la película como ejemplo. "Exactamente como los personajes de Cobrador, somos muchos los que estamos hartos de esta situación y nos avergonzamos de vivir en un mundo así".
Un mundo que, de alguna manera, su generación pretendió cambiar a finales de los sesenta. Al menos durante un tiempo, antes de que las ilusiones acabaran en esta frase: "Ya sabes, Billy, la hemos jodido". Son las palabras que Wyatt, el personaje interpretado por Fonda, dirige a Dennis Hopper, compañero de rodaje y director de Easy rider, en una de las últimas escenas de la película, momentos antes de ser alcanzados por unas balas. Esa misma frase puede ser ahora, para el actor, un recuerdo significativo y una metáfora de aquella época. "He podido ver cómo los chicos salían de sus casas para irse a morir a otra guerra, la de Vietnam. Y a pesar de que en 1967 ya sabíamos que se trataba de una guerra absurda. Entonces sí la jodimos", comenta.
De todas formas, ésos fueron también años sin reglas ni ataduras, marcados por drogas, motocicletas, choques generacionales, pero también "muchos mitos", asegura. De todas formas, su pasión por la carretera y los choppers es totalmente cierta. ¿Sigue montando en moto? "¡Por supuesto! Conduzco una moto italiana con componentes españoles", asegura antes de soltar una larga carcajada. "Es una MV Augusta , añade muy serio.
Fonda empezó a trabajar en el cine a principios de los sesenta. Ha sido actor, director, productor, guionista y ha sobrevivido a decenas de rodajes, estrés y presiones políticas. Sin embargo, su voz se enciende cuando empieza hablar de trabajo: "He terminado de rodar una película hace unos meses. ¿Sabe qué significa a estas alturas de mi vida? Que tengo que estar todo el día en la carretera, dar la vuelta al país, ir a los programas de radio y contestar a las preguntas, opinar, hablar de mí, de mis sensaciones. ¿Ha cambiado algo en mi oficio? Sólo esto: Easy rider era mi octava película. Ahora voy por la 77", explica antes de recordar que nació en una familia de actores. "Cuando era pequeño viajábamos juntos. La primera vez que estuve en España, entonces tenía 17 años, visité Pamplona con mis padres y mi hermana. Recuerdo muy bien esos toros en medio de la arena... Luego he vuelto algunas veces. Hace poco he estado en Valencia, en la Copa del América y en el festival de cine de Peñíscola. De todas maneras, amo España", explica. Igual que la música, columna vertebral de muchas de sus películas. Me gusta toda: rock, negra, clásica. Y fíjese. También voy a la Ópera".

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