viernes, 27 de julio de 2007

VIVIR O MORIR ¿POR DERECHO PROPIO?

A partir de la pregunta: “¿Qué tan capaces somos los seres humanos de ejercer la voluntad de vivir y la voluntad de quitarnos la vida?, Fernando Lobo escribió Relato del suicida, un libro inmerso en el debate sobre las libertades individuales que plantean hasta qué punto las personas tienen derecho a decidir sobre su cuerpo
Yanet Aguilar Sosa
Viernes 27 de julio de 2007
Si antes el escritor, nacido en la ciudad de México en 1969, había escrito sobre la locura y las drogas, ahora explora el tema del suicidio a través de la historia de Tadeus Giménez, un catedrático universitario que parece no tener ninguna razón para matarse, pero lo intenta por todos los medios; sin embargo, siempre falla, y parece quedar la posibilidad de que morir no siempre es cuestión de método, sino que hay que merecer el destino terminal.
“En el fondo está la libertad individual... por eso el debate entre la voluntad de vivir y la voluntad de morir que lleva a un problema más grande, el de la libertad, que termina siendo un misterio, ¿la tenemos o no la tenemos?, ¿a qué estamos jugando cuando la mencionamos?, ¿es una mera quimera?, ¿en realidad sí contamos con ella?, ¿sólo la tenemos como un acto de fe?, ¿como una bonita idea o como contraposición a lo que no quisiéramos, a las situaciones indeseables?”.
La novela de Fernando Lobo, que desde hace cinco años radica en la ciudad de Oaxaca, propicia varias alternativas que explicarían por qué el suicida quiere matarse: la búsqueda como activismo, la muerte por desesperación, por esta certeza del absurdo, la muerte por tristeza, pero también por la búsqueda del conocimiento, de lo vivencial. Sin embargo el escritor sólo quiso lo contrario, su idea es que no haya ninguna motivación para el suicidio, su reto fue despojar al profesor de metafísica, de toda motivación y de toda causa.
Relato del suicida (Almadía, 2007) plantea cómo quien se quita la vida está convencido de que el mundo tiene un sentido y en el momento en que el mundo deja de tenerlo se puede accionar el suicidio, sumado a la noción que priva en el mundo real y actual, donde a cualquiera podría parecerle la existencia un hecho absurdo, que Fernando Lobo salpica de citas de Schopenhauer, Dovstoieski y Albert Camus. Schopenhauer tiene en ese sentido dos opciones: ve el mundo como representación, apariencia, engaño, como una construcción de los sentidos que hace ver a la existencia desde una cuestión sin sentido, cómo un absurdo, y ese absurdo nos acerca otra vez al problema filosófico del suicidio; y la segunda a partir de si tiene la vida o no sentido en algún punto este mundo aparente, en el momento de descubrir que es eso, pura apariencia, el mundo pierde sentido.”
Lobo dijo que el profesor Tadeus Giménez, busca el suicidio desde un problema filosófico, sin embargo está en su vida cotidiana y es lo que resulta irónico del relato, esa confrontación entre lo metafísico y lo meramente concreto, pues él tiene una certeza en su método de pensamiento desde la noción del absurdo que le permite buscar la pérdida de la vida sin ningún motivo.
“Es un suicida imposible que no tiene causa alguna, que no posee la tristeza o la desesperación que explicaría su suicidio, en ese sentido tenemos un suicida metafísico, pero los problemas a los que se enfrenta son reales, ese es el gran problema de la novela: la acción, el ‘a ver suicídense’, por eso el acto de voluntad que se requiere para quitarse la vida me parece inconmensurable, en cualquiera de los casos”.

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