Intimidades, poesías y cartas inéditas, en las memorias de la viuda del Che
Fueron publicadas por Aleida March, la segunda esposa de Guevara, con quien tuvo cuatro hijos.
"El Che volvía tarde a casa, a las tres o cuatro de la madrugada, a veces a las seis. Dormía sólo cinco o seis horas diarias", recordó Aleida March (Manicaragua, 1936), antes de presentar su libro Evocación, la mia vita a fianco del Che ("Evocación, mi vida junto al Che") en Milán. Con esta obra de memorias íntimas, la viuda del "guerrillero heroico" sacrifica su riguroso segundo plano de la albacea, sostenido durante 40 años. Segunda esposa del Che y con quien tuvo cuatro hijos, Aleida March eligió una estrategia indirecta: lanzar el libro primero en edición italiana en la casa Bompiani. De hecho, para la traducción al castellano se deberá esperar a abril, cuando será editada por Espasa. No se trata de un libro político, sino de la mirada melancólica de la compañera de ocho años de vida, a quien el Che eligió en los días eufóricos de la toma de Santa Clara, en 1958. Sin embargo, precisa tramos de su vida como sus visitas clandestinas al Che en Praga y Tanzania. Asimismo, desmiente las reiteradas alusiones de algunos biógrafos (sugeridas por Paco Ignacio Taibo II, taxativas en el mexicano Jorge Castañeda) acerca de que la salida de Cuba primero rumbo al Congo y luego hacia la inmolación en Bolivia haya obedecido a discrepancias con Fidel Castro sobre la creciente dependencia cubana de la URSS.La materia de esta Evocación son reflexiones, poemas y parte de la correspondencia privada inéditos hasta hoy. El retrato edifica con honestidad al "hombre de mármol" y nos entrega a un Che que ni siquiera admite los privilegios ínfimos consentidos por Fidel Castro. Como cuando debió salir de viaje oficial a pocos días de casarse, en junio de 1959. Por tratarse de un viaje de tres meses, la flamante novia le rogó que la llevara; ella oficiaría de secretaria. Pero el Che se negó "porque eso se vería como un privilegio, dado que el resto (de la comitiva) no podía hacerse acompañar por las compañeras". March agrega que antes de la partida, ambos visitaron a Fidel en su casa y "éste también trató de convencerlo de que me llevara, pero él no aceptó".El nacimiento de Aleidita Guevara March, primera hija de la pareja, en noviembre de 1960, también encontró al Che en una misión por el campo socialista. El soñaba con un varón y había acordado que llevaría el nombre de Camilo. "En tono jocoso y con su ironía habitual, me envió un telegrama en el que decía que si era niña la tirara por el balcón". Y luego le envió una postal: "Tú siempre empeñada en hacerme quedar mal. Bueno, de todas maneras un beso a cada una y recuerda: a lo hecho pecho".Se suceden anécdotas del Che como funcionario cubano, lo que a menudo lo obligaba a atender visitantes internacionales. "Así, llegaron a oídos del Che rumores de mi habitual vestimenta (...) Esa vez el Che llegó a casa y me preguntó si era cierto que había llevado el mismo vestido siete veces seguidas. Lo rectifiqué; habían sido ocho. Inútil explicarle que se trataba del único vestido de embarazada más o menos apto para ocasiones oficiales y que no desentonaba con el estilo del Che, siempre de fajina". Si resulta difícil imaginar a un Che doméstico con los hábitos de cualquier mortal, March restituye escenas de complicidad matrimonial: "Compartíamos los libros que él me pasaba luego de haberlos leído, con aquella voracidad que lo caracterizó toda su vida. Prácticamente leía un libro por día, aprovechaba cada momento libre. Entre sus preferidos, el Quijote, que había leído al menos seis veces, y El Capital, considerado por él una cumbre insuperable del genio".Durante uno de sus últimos viajes antes de partir al Congo, promete que en la primera escala posible le comprará un regalo. Su carta entabla la despedida: "Esta podría ser la última carta que te escribo en mucho tiempo (...) En las noches tropicales retomo mi viejo y mal practicado oficio de poeta (no de versos sino de pensamientos), y tú serás la protagonista indiscutida. Estudia, estudia mucho. Trabaja sin cesar y recuérdame de vez en cuando. Un último y apasionado beso sin retórica de tu Ramón". El regalo nunca llega, "promesas de marinero", suspira Aleida.Después, estando ya en Africa, el Che es informado de la muerte de su madre, Celia de la Serna. En su recuerdo, él escribirá uno de sus relatos más conmovedores, La piedra.En octubre de 1966, tendrán el último encuentro desgarrador en una casa de seguridad en La Habana antes de partir hacia Bolivia. El guerrillero llega "transformado ya en el viejo Ramón". Pelado y con lentes aparenta unos 60 años: "Cuando llegaron los niños -escribe Aleida-, les presenté a un uruguayo muy amigo de su papá que quería conocerlos (...) Fue un momento muy difícil, en particular para él en extremo doloroso; estar tan cerca de ellos y no poder decirlo, ni tratarlos como deseaba, lo ponía ante una de las pruebas más duras".De allí el falso viejo partió al aeropuerto y a su estrella.
1 comentario:
cros/as
estoy llevando a cabo una investigacion s/ las condiciones actuales de la rep. del congo, como consecuencia de la situacion que encontro el Che , cuando visito esa region.
Si quieren enviarme algunos datos que vayan en esa direccion se los agradezco muchisimo, ademas de mencionarlos en la publicacion.
una brazo
Gustavo Waslet
Publicar un comentario