Día mundial de la soberanía alimentaria
"Yo no como eucaliptos, ¿y usted?"
Montevideo- Organizaciones Redes y Amigos de la Tierra Uruguay
16-10-2007 RadioNederland
Este martes 16 de octubre, Día Mundial de la Soberanía Alimentaria, el Monumento al Gaucho de la ciudad de Montevideo amanece simbólicamente rodeado de eucaliptos y pinos, de la misma forma que miles de pobladores del campo uruguayo amanecen todos los días, cada vez con mayores dificultades para producir alimentos para la población. Los monocultivos de eucaliptos, pinos y soja transgénica, dominados en su mayoría por grandes corporaciones transnacionales, perjudican nuestro medio ambiente, profundizan el proceso de latifundización y extranjerización de la tierra (con el consecuente despoblamiento del medio rural), ponen en tela de juicio nuestra soberanía y amenazan la producción de alimentos para el mercado interno."Yo no como eucaliptos, ¿y usted?", pregunta una de las consignas que este martes rodea el Monumento al Gaucho junto a los eucaliptos y pinos. "Ya es tiempo de soberanía alimentaria", agrega otra de ellas.La soberanía alimentaria es uno de los principales reclamos de los movimientos campesinos alrededor del mundo, y se la entiende como el derecho que tienen los pueblos a definir estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos sanos, de forma de garantizar la independencia nacional en materia de alimentación. Esta concepción promueve una cultura basada en la pequeña y mediana producción, que respete las diversidades culturales y ambientales de cada país.En Uruguay el proceso de vaciamiento de la campaña continúa y en los últimos 30 años desaparecieron más de 20.000 establecimientos rurales y 128.000 personas se vieron obligadas a abandonar el campo. Con una superficie de 18,7 millones de hectáreas y un poco más de tres millones de habitantes, apenas 190.000 personas habitan en el medio rural. Más del 80 por ciento de nuestra población vive en los principales centros urbanos.En tanto, alrededor de un millón de hectáreas de tierra están plantadas con monocultivos de eucaliptos y pinos, que afectan nuestras fuentes de agua y el suelo, y –por lo menos– 450.000 de esas hectáreas son propiedad de tres corporaciones transnacionales: la finlandesa Botnia, la española ENCE y la estadounidense Weyerhaeuser. Botnia ya tiene una planta de celulosa construida en el país, al tiempo que la empresa sueco finlandesa Stora Enso y ENCE ya anunciaron la instalación de este tipo de fábricas en nuestro suelo, lo que también es intención de otras varias compañías de diversas nacionalidades.Las grandes corporaciones transnacionales dominan proporciones cada vez más grandes de nuestro territorio: pasaron de tener el control de los insumos productivos a gozar del privilegio de ser directamente las propietarias de las tierras.En contrapartida, nuestros pobladores rurales, ya sin tierra ni medio de vida, engrosan los cordones de pobreza de nuestras ciudades. Gran parte de las tierras que podrían estar sembradas con alimentos sanos tienen soja transgénica, eucaliptos y pinos, controlados por empresas extranjeras.¿De qué manera esto influye en los precios de nuestros alimentos?, que han llegado a niveles extraordinariamente altos, cabe cuestionar a nuestros gobernantes. Al tiempo que el actual modelo forestal y productivo satisface el comercio internacional y el poder transnacional que lo domina, los tradicionales habitantes del campo tratan de subsistir en las ciudades y nuestra soberanía alimentaria agoniza.
"Yo no como eucaliptos, ¿y usted?"
Montevideo- Organizaciones Redes y Amigos de la Tierra Uruguay
16-10-2007 RadioNederland
Este martes 16 de octubre, Día Mundial de la Soberanía Alimentaria, el Monumento al Gaucho de la ciudad de Montevideo amanece simbólicamente rodeado de eucaliptos y pinos, de la misma forma que miles de pobladores del campo uruguayo amanecen todos los días, cada vez con mayores dificultades para producir alimentos para la población. Los monocultivos de eucaliptos, pinos y soja transgénica, dominados en su mayoría por grandes corporaciones transnacionales, perjudican nuestro medio ambiente, profundizan el proceso de latifundización y extranjerización de la tierra (con el consecuente despoblamiento del medio rural), ponen en tela de juicio nuestra soberanía y amenazan la producción de alimentos para el mercado interno."Yo no como eucaliptos, ¿y usted?", pregunta una de las consignas que este martes rodea el Monumento al Gaucho junto a los eucaliptos y pinos. "Ya es tiempo de soberanía alimentaria", agrega otra de ellas.La soberanía alimentaria es uno de los principales reclamos de los movimientos campesinos alrededor del mundo, y se la entiende como el derecho que tienen los pueblos a definir estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos sanos, de forma de garantizar la independencia nacional en materia de alimentación. Esta concepción promueve una cultura basada en la pequeña y mediana producción, que respete las diversidades culturales y ambientales de cada país.En Uruguay el proceso de vaciamiento de la campaña continúa y en los últimos 30 años desaparecieron más de 20.000 establecimientos rurales y 128.000 personas se vieron obligadas a abandonar el campo. Con una superficie de 18,7 millones de hectáreas y un poco más de tres millones de habitantes, apenas 190.000 personas habitan en el medio rural. Más del 80 por ciento de nuestra población vive en los principales centros urbanos.En tanto, alrededor de un millón de hectáreas de tierra están plantadas con monocultivos de eucaliptos y pinos, que afectan nuestras fuentes de agua y el suelo, y –por lo menos– 450.000 de esas hectáreas son propiedad de tres corporaciones transnacionales: la finlandesa Botnia, la española ENCE y la estadounidense Weyerhaeuser. Botnia ya tiene una planta de celulosa construida en el país, al tiempo que la empresa sueco finlandesa Stora Enso y ENCE ya anunciaron la instalación de este tipo de fábricas en nuestro suelo, lo que también es intención de otras varias compañías de diversas nacionalidades.Las grandes corporaciones transnacionales dominan proporciones cada vez más grandes de nuestro territorio: pasaron de tener el control de los insumos productivos a gozar del privilegio de ser directamente las propietarias de las tierras.En contrapartida, nuestros pobladores rurales, ya sin tierra ni medio de vida, engrosan los cordones de pobreza de nuestras ciudades. Gran parte de las tierras que podrían estar sembradas con alimentos sanos tienen soja transgénica, eucaliptos y pinos, controlados por empresas extranjeras.¿De qué manera esto influye en los precios de nuestros alimentos?, que han llegado a niveles extraordinariamente altos, cabe cuestionar a nuestros gobernantes. Al tiempo que el actual modelo forestal y productivo satisface el comercio internacional y el poder transnacional que lo domina, los tradicionales habitantes del campo tratan de subsistir en las ciudades y nuestra soberanía alimentaria agoniza.
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