sábado, 6 de octubre de 2007

EL CANON CATALÁN EN FRANCFORT

Viaje colectivo al centro de las letras catalanas CARLES GELI 06/10/2007 BaBelia
Las quince mejores obras en catalán, seleccionadas de entre ochocientos años de literatura. Es la propuesta con la que Babelia celebra que la cultura catalana sea la protagonista de la Feria del Libro de Francfort, que se inaugura el próximo martes. Una literatura cobijada por una de las industrias editoriales más potentes de Europa y que se irradia en un sinfín de manifestaciones artísticas.
Los 50 más votados
La encuesta también deja entrever las dificultades históricas que ha tenido la lengua catalana para su normal desarrollo
La convivencia entre las dos manifestaciones lingüísticas literarias en Cataluña es cotidiana en todos sus ámbitos
La fotografía de un instante literario, de unos significativos gustos y tendencias, en los albores del siglo XXI, ante la perspectiva de los más de ochocientos años de vida de las letras catalanas. Ése es el objetivo del sondeo que Babelia ha elaborado para ofrecer en este número especial con motivo de la Feria del Libro de Francfort, que arranca el próximo martes y en la que la cultura catalana es la invitada de honor.
Una de las encuestas más exhaustivas que se han realizado en los últimos años sobre la literatura catalana está en la base de la consulta realizada por este diario. Finalmente, 134 de los más notables estudiosos, críticos, escritores y gente del mundo de la cultura vinculados a las letras catalanas son los que han respondido a la pregunta de cuáles serían las quince obras que destacarían de entre toda la producción catalana, desde las famosas Homilíes de Organyà (el primer texto en catalán que se conoce) hasta la actualidad. Sus respuestas son el eje del especial, complementado con una extensa mirada a otras facetas culturales y del mundo del libro.
La fotografía -cuyo revelado desgrana jugosos detalles de recepción literaria- se ha tomado poco después de unos meses de cierta agitación de la vida cultural catalana, fruto de su propio protagonismo en Francfort. Conscientes de la potencia internacional del foco, el presupuesto que la Generalitat de Cataluña, con ayudas del Gobierno español, ha destinado al programa de actos es de algo más de doce millones de euros, el segundo más caro que ha presentado un invitado a la feria en, como mínimo, los últimos cinco años. En consonancia, con esos guarismos todo es gigantesco: el programa literario reúne más de 140 actos; el artístico ofrecerá 63 espectáculos, con 705 artistas presentes, y una quincena de exposiciones copará los modernos centros culturales de Francfort.
Pero la lista de autores invitados (más de 130) desencadenó las tensiones: la segunda representación oficial de escritores más amplia de la última década en Francfort no acoge a autores catalanes de expresión en castellano, nombres que además gozan de gran reconocimiento internacional. La ambigüedad de la propia invitación de la feria, que convocó a la "cultura catalana", acabó siendo un arma de doble filo. Para unos, debía incluir a los autores que escriben en castellano, puesto que la catalana es una cultura que se expresa en dos lenguas. Para los responsables políticos autonómicos, la literatura catalana es la que se plasma en catalán, acotando la manifestación lingüística dual al resto de eventos artísticos presentados.
La convivencia entre las dos manifestaciones lingüísticas literarias es, sin embargo, cotidiana en todos sus ámbitos, como demuestran las cifras del propio sector editorial a través de la Federación de Gremios de Editores: Cataluña edita el 41% (21.874) de los 53.318 títulos que se publican en España en castellano. O dicho de otro modo: siete de cada diez títulos editados en Cataluña lo son en castellano.
Estas páginas, por ellas mismas, hacen de puente y dan muestras de la naturalidad de esos trasvases entre ambas lenguas y culturas: desde las calurosas acogidas de autores de expresión castellana de dentro y fuera de Cataluña hasta la calidad de las obras seleccionadas, al contundente peso de la tradición de la escuela cervantina en Barcelona, pasando por las claras influencias de la producción literaria de autores castellanos afincados en Cataluña a la narrativa española de todos los tiempos.
Pero la encuesta también deja entrever las dificultades históricas que ha tenido la lengua catalana para su normal desarrollo, como certifica, por ejemplo, Sol i de dol, de J. V. Foix, poemario seleccionado entre los más votados, que se editó en 1947 pero que tuvo que llevar pie de imprenta anterior a 1936 para así poder pasar la censura y ser editado. Algo peor le ocurrió a la gran novela de Joan Sales, Incerta glòria, especialmente mutilada por la censura. En uno de los informes, el funcionario de turno no tuvo reparos de asegurar que la obra "expresa ideas heréticas -las propias de semejante individuo (un oficial del Ejército Rojo)- y a menudo en un lenguaje grosero y asqueroso. Se desprende una filosofía existencialista, condenable por la forma y el fondo". El resultado fue una edición incompleta de la obra original que durante muchos años le restó calidad. En la misma línea debe imputarse en un porcentaje significativo la gran presencia de la poesía entre las obras escogidas, un género además especialmente prolífico en catalán: la falta de un mercado normal podría haber llevado a acrecentar una producción literaria de corte más intimista.
La votación deja entrever, incluso, algún desajuste cultural entre Cataluña y España, como que algunas de las obras clave resaltadas por la encuesta no tienen edición en castellano o no están vivas en los catálogos, un hecho que a veces contrasta, por ejemplo, con la existencia de la versión alemana de las mismas.
En cualquier caso, la lectura de
este suplemento especial constata la potencia de las letras catalanas, tanto de su literatura como de su industria -el 45,2% de la producción total del sector y el 53,2% de la facturación española- así como de la cultura que las hace posibles, y justifica con creces (si eso fuera necesario) que sean el foco de atención del evento internacional más importante del sector del libro, fijando la creación catalana en una de las grandes citas que marcan hoy la agenda cultural mundial. O quizá más simple que todo ello: se trata de un agradable paseo y una invitación por una buena literatura no todo lo conocida que debería. Para empezar, el lector tiene quince títulos indispensables. O cincuenta. Sin más.

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