sábado, 3 de noviembre de 2007

SE VIENE "EL PASADO"

Siempre se vuelve al primer amor
Gael García Bernal habla sobre dolor, pasión y presiones, y de su personaje en El pasado , la película de Babenco que se estrena este jueves.
SAN PABLO.- Poco después del mediodía la gente que camina por la avenida Paulista descubre la presencia del mexicano Gael García Bernal. La última película del argentino-brasileño Héctor Babenco había inaugurado, la noche anterior, el festival de cine de la gran ciudad brasileña. Fox, distribuidora del film en América latina, organizó una exclusiva ronda de entrevistas, a la que fue invitada LA NACION. García Bernal, que tiene 28 años y saltó a la fama con Amores perros , El crimen del padre Amaro y Diarios de motocicleta , también presentó Déficit , una película de bajo presupuesto que es su opera prima como director. El pasado , según la novela de Alan Pauls, adaptada por Marta Góes y el mismo Babenco, cuenta las aventuras y desventuras amorosas de Rímini, un traductor joven-viejo (según Pauls), que va de mujer en mujer -cuatro, interpretadas por Analia Couceyro, Moro Anghileri, Ana Celentano y Mimí Ardú-, aunque siempre se redescubre atado al primer amor. -Otra vez interpretás a un argentino, y parecés más argentino que muchos de nosotros ¿A quién le sale mejor el porteño, a Héctor, que es argentino, o a vos? -Definitivamente a mí (ríe), porque él es de Mar del Plata -Más o menos lo mismo -No sé, algunos kilómetros de diferencia sigue siendo mucha distancia. Por ahí podemos competir en un programa de concursos en TV. -Convengamos que más que interpretar a un porteño parecés uno auténtico. -Hice de argentino tres veces. El contexto siempre es muy importante, a mí solo me queda hacer un personaje para cada contexto. -¿En ésta más que nunca? -Sí, y además es una historia muy bella y universal, pero en la forma en que fue plasmada, en cómo suceden las relaciones, es muy porteña. -¿Las mujeres marcan a los hombres tal como se cuenta en El pasado ? -¿Los amores ? Creo que sí. Mujeres con hombres y al revés, incluso hombres con hombres y mujeres con mujeres, no importa. Los amores dejan esas llagas o cicatrices, más bien lo primero en algunos casos, heridas abiertas (hace un largo silencio, como si pensara en alguno), incluso los del presente. Hasta te pueden cambiar. Ya lo dijo Galileo «dadme una palanca y os moveré el mundo», más o menos algo así. Las mujeres, en el caso de Rímini, son un motor, uno que funciona con un solo cilindro, porque va muy lento. -¿Pensás que se deja llevar por las mujeres, y las cosas le suceden? -Sí, y a veces le pasan por arriba. Creo que en América latina queda muy bien este tipo de antihéroe inocente, no emprendedor, que promueve o propone, pero sin embargo demuestra que puede no hacer nada, pero igual tener el mismo fuego. -A lo mejor no tiene demasiada suerte y todo se le complica. -Es un personaje atado a una relación de muchos años, desde muy chico, tratando de encontrar cierta independencia, pero no lo consigue. Pobre, está en plena crisis. -¿Los primeros amores pegan fuerte? -Depende de cada caso -¿Y en tu caso? -Siempre hubo una primera vez. -¿Dejó marcas? --Pues sí, pero digo, más bien que todos lo vivimos al cien por cien. Para mí puede ser muy fuerte pero no se compara con el de otro. Es como el primer beso: siempre lo vas a recordar como "aquel primer beso", que en algunos resulta increíble y en otros terrible. -¿Qué tan intenso sentís este personaje? -Muy fuerte. Pero en el cine siempre estás dentro de los personajes. En esta película estoy en todas las escenas. Simpatizo con su viaje personal, pero no he vivido nada similar a él. -¿Qué pensás del periodismo que te asedia por una nota o foto? -Todos insisten en hacerme pasar al lado frívolo. Es una necesidad mediática: somos víctimas del tiempo en que vivimos, igual que la prensa que tiene que vender más revistas con esas notas. Por suerte, todo eso es efímero y sin trascendencia real. No es serio y, por suerte, la mayoría de las veces son mentiras. -¿Con vos han mentido mucho? -Toda la vida. Mejor, porque cuando se enteran de la verdad, huum tu intimidad entra en ese plano. No tienes porque andar compartiendo o divulgando dónde vas a jugar fútbol. Cuando estuve en la Argentina fue un poco insoportable, porque allí soy muy feliz, la siento como mi segunda patria. No se porqué carajos, pero desde muy niño, desde ver el famoso gol de Maradona a Inglaterra, ya me sentí muy cerca. Además crecí con una gran cantidad de hijos de exiliados. México y la Argentina, que son como dos polos opuestos de América latina, unidos para alcanzar un diálogo efervescente. En la Argentina me siento como en casa, nada más que esta tensión mediática, tonta que no lleva a nada es tremenda. Pero no pudieron conmigo. Hay una industria del chisme brutal. La próxima vez me voy aguantar de decir si voy a filmar a tu país, porque tengo miedo de que me jodan todo el tiempo. Qué lástima que les tenga que decir eso, y que allí los artistas tengan que caminar por un túnel sin poder disfrutar el aire libre. Esa no es la meta de la mayoría: lo más fácil es ser famoso, sólo hacen falta diez personas que digan que eres bueno en lo que haces. --¿Y el asedio de las mujeres? -Es otra cosa. Uno no discrimina. Jamás pensé en trabajar en cine y ahora me siento orgulloso de hacerlo. Sin embargo, en lo demás de la vida, tengo los rollos de cualquiera. A fin de cuentas todos los días uno se levanta con uno mismo. La tensión mediática es efímera. Mañana, seguramente, va a haber otro chico para perseguir.
Por Claudio D. Minghetti De la Redacción de LA NACION

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