sábado, 21 de junio de 2008

MÉXICO Y UNA INDAGACIÓN SOBRE LA MASCULINIDAD

Masculinidad
"Quienes se aferran a la vida mueren, quienes desafían a la muerte sobreviven"Uyesugi Kenshin (siglo XVI)
Pareciera ocioso hablar de lo masculino en esta época que nos toca vivir plena de violencia y anomia. La masculinidad, tal y como la entendemos actualmente, está relacionada con estos eventos violentos debido a las falsas concepciones y construcciones sobre lo masculino, alimentadas por nuestra cultura machista, por las características del modelo económico vigente y por el profundo rezago social característico de un país tercermundista como el nuestro.Los estudios de género han investigado la agresividad en los hombres, detectando que la producción de testosterona nos hace proclives a la violencia (Ignacio Leaño: Cerebro de hombre, cerebro de mujer; Anthony Clare Hombres, la masculinidad en crisis) por su lado, estudios antropológicos revelan que en el desarrollo de la humanidad algunas sociedades desarrollaron actividades para la caza y para defenderse de otras especies y grupos humanos, creando así las sociedades guerreras. Luego el patriarcado (la conducción política de una sociedad sólo y exclusivamente por hombres) degeneró en los últimos diez mil años de historias de guerras, conquistas, exterminios y demás que todos conocemos.
Carlos Murillo G. en @juárez
Las guerras floridas. Las y los mexicanos no somos ajenos a la cultura de la muerte. Los aztecas, el pueblo guerrero por excelencia, llevaron al extremo como ningún otro el sacrificio humano “alimentando” a sus dioses con corazones de guerreros capturados, en ceremonias que podían durar días, significando la muerte de miles o bien promoviendo campañas bélicas para ese fin (guerras floridas). La concepción de la muerte, en este caso, significaba algo cotidiano y honorable; el pueblo, al igual que sus guerreros, estaba preparado psicológicamente para vivir en una cultura así, sin miedo.El machismo. Prevalece hasta nuestros días y más allá de nuestras fronteras esta actitud retrógrada que en realidad dice más de la inseguridad de ser hombre, abusando de la masculinidad mal entendida, que de la virtud de este género. El o la machista abusa del poder “del más fuerte” y asume que la fuerza bruta y el “privilegio” de nacer hombre justifica cualquier acción agresiva y violenta contra el resto. Esto lo vemos en los feminicidios, siempre perpetrados por un hombre, pero también en la violencia ejercida en la mayoría de los países islámicos e incluso en países occidentales, en hechos cotidianos como la discriminación sexual.La cultura del narco y el culto a la Santa Muerte. En los últimos años aumenta y permea en la sociedad el culto a la muerte, a la par con el aumento de las actividades del narcotráfico; parece que es desde este grupo social donde se empieza a reverenciar a la muerte por obvias razones. Por generaciones y ante un permanente panorama socioeconómico poco amigable, las posibilidades de realización material o simple sobrevivencia se reducen para la mayoría de los mexicanos, haciendo factible la proliferación de actividades ilícitas como el narco, donde se requiere de cierto valor y osadía para desenvolverse y aspirar a hacer una carrera en ese medio y forjarse un nombre incluso, más allá de los riesgos (¿cuál será la vida media de un narco?) la fascinación por lo que ofrece este mercado es a veces lo único a lo que pueden aspirar muchos compatriotas para salir de la pobreza y demostrar que “son hombres”. La cultura serrana. En su libro La Tarahumara: una tierra herida, Carlos Mario Alvarado hace una descripción del carácter serrano chihuahuense y da cuenta de la cultura de esos lugares donde prolifera la injusticia y valores machistas que rayan en la tragedia. Para él, los valores en los que creen, viven y mueren los hombres en la Tarahumara, se debe a que la generación de conflictos, sobre todo aquellos relacionados con el honor -pero no únicamente- se resuelvan por vía de las armas y además sea socialmente aceptable, pues es una conducta esperada. A lo largo de sus páginas nos deja conocer cómo se forja ese carácter serrano duro, inflexible, previsible, donde cuenta sobre todo ese “honor” machista que no permite el progreso de la sierra. Probablemente muchos de los sicarios que andan operando actualmente vengan de esa zona serrana que alcanza a Sinaloa y Durango, donde como ahora en Ciudad Juárez, la vida no vale nada.No sabemos nada de los sicarios que operan en esta ciudad –ni siquiera de los capturados- sólo de la estela de muerte a pesar de la presencia del ejército. Violencia genera violencia que genera violencia…la masculinidad mal entendida en una época donde se aprecia tanto el dinero y la riqueza material como símbolos del poder, además con pocas oportunidades de hacer o llevar una vida digna (escuela, salud, trabajo) nos lleva a extremos como el presente. Comprender la naturaleza de lo masculino tal vez nos pueda explicar la tendencia a la violencia del hombre, pero no nos resuelve el problema de fondo de la situación anómica en una ciudad sin ley que permite que esta violencia aflore de esta manera. Si la masculinidad es agresiva o violenta, esto no significa únicamente destrucción, también está la posibilidad dialéctica de hacer uso de esa testosterona para fines más positivos. Hace cien años bandidos como Francisco Villa se transformaron en héroes de la Revolución, cambiando su vida y dándole un giro a la historia, ¿podrán los bandidos contemporáneos realizar una dialéctica similar?, ¿querrán hacerlo?
Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.

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