viernes, 18 de julio de 2008

MORALES SOLÁ, EL VIDENTE...

Para Morales Solá, Cobos terminó con una forma de gobernar;
para nosotros Morales Sola sigue con una forma de predecir

Por Roberto Páez González

No sabemos si el kirchnerismo murió, como dice Joaquín Morales Solá, hoy, (Cobos terminó con una forma de gobernar, La Nación 17.07.2008) pero sí que nació « un hombre muy solitario ». Julio Cobos se destacó de todos los otros. Su actitud vuelve a poner de relieve los curiosos trances de los vicepresidentes argentinos, entre otras cosas.
Pero un hombre no es la expresión última de una crisis. El patetismo de su acrobacia desempatando a los senadores, sólo es una peripecia. Y si se terminó una forma de gobernar, esto sólo corresponde al desenlace institucional de la crisis, no al desenlace social y político del que todavía estamos más o menos lejos: ganadores y perdedores tienen que digerir y a veces, algunas victorias no son más fáciles de digerir que ciertas derrotas.
El pobre Cobos lleva a cuesta carradas de sensaciones que tuvieron los demás. El se encomendó a la historia, pero es más precisamente el corto plazo el que se va a ocupar de él. En cambio, algo de razón tiene JMS cuando menta « una crisis que había dejado al kirchnerismo sin opinión pública, sin confianza social en la economía, sin aliados y sin gran parte del peronismo ». Pero Kirchner está lejos de haberse convertido « tan rápidamente en un paria de la política después de usar y abusar de un poder hegemónico durante un lustro ».
Ni Kirchner ni la Presidenta quisieron « acordar con las entidades agropecuarias un final digno del conflicto ». ¿Pero era digno ese acuerdo eventual? Todos sabemos que no. Sin embargo, llegado a ese punto, gracias al hastío de gran parte de la población, a causa de la tenaz resistencia de los ruralistas, la salida del atolladero se puso en manos de los protagonistas y mecanismos parlamentarios.
En todo eso, el presidente del Senado tuvo su bocadillo, que bastó para echar abajo la esperanza de los partidarios de las retenciones móviles. No obstante, el trámite del debate no fue totalmente en vano y podemos rescatar intervenciones extremadamente serias, didácticas y consecuentes, como la de Filmus, y abominar de las paródicas, recalcitrantes y burlescas como la de un ex presidente que muchos llaman El innombrable.
El principal error de la maniobra kirchnerista fue creer que tenían el asunto bastante bien atado. Pero ya habían dicho en la calle que acatarían el resultado de la votación de los senadores.
Es, empero, infame decir, como hace JMS, que Cobos se volcó « hacia donde estaba la sensación generalizada del Congreso ». Había sido aprobada en Diputados y estaba empatada en el Senado, lo que significa que en el Congreso –y sin mediar la intervención tránsfuga del presidente del Senado, luego de la del famosísimo Rached- la sensación generalizada era la de la muy probable aprobación.
JMS aprovecha que hubo parlamentarios dubitativos del oficialismo en ambas cámaras (pero hay que preguntarse qué significa, quiénes dudaron, etc.) para tratar de convencernos de que « un desempate del vicepresidente a favor del proyecto oficial hubiera significado arrancarle al Congreso una decisión contra su naturaleza y contra su opinión más extendida. Hubiera sido un exceso del poder circunstancial y casual de un solo hombre ». ¿Y cuál es su naturaleza y su opinión más extendida, si no la mayoría a favor en Diputados y el empate en Senadores?
Es un ejemplo característico del estilo periodístico de JMS. Cuando era más lógico que el vicepresidente estuviera en solidaridad con la presidenta. JMS observó, como nos hizo ver, que una cosa era la otra … al fin y al cabo.
La otra cosa es lanzar la campaña de acoso y derrribo contra Kirchner, salvando a la Presidenta. Porque ella es la jefa del Estado. Pero al final, ¿él quién es ? Ya Duhalde denunció el doble comando; y ahora hay que aislar a la Presidenta ensalzando su puesto de comando constitucional despojado del consejo de su antecesor en el cargo, porque la estrategia de éste fracasó. Cita en su apoyo interpretaciones sobre la actuación de segundos cuchillos, como Alberto Fernández y Guillermo Moreno. También se apoya en la leyenda de la soberbia de los Kirchner y el corolario de la soledad política en la que Néstor Kirchner habría caído.
Después, la sagacidad extrema de JMS va detrás de sus susurros de demolición : « Una administración débil deberá afrontar un destino de tres años y medio más de vida ». Esto pasa después de seis meses de obstrucción para que Cristina Fernández no gobierne.
Por encima de los pobres argumentos que desgrana, se sienten otros aspectos culturales argentinos que influyen en la coincidencia en la oposición a Cristina: resistencias de género, envidia de algunas mujeres poderosas, como Carrió y Duhalde, campañas rastreras sobre lifts, bocio, etc., punición de los obispos por considerarla fuera de su influencia, oposición de los bolsillos del mundo agrario representado por Los cuatro del lock out, barbas en remojos de otros sectores sociales ávidos de ganancias y prebendas, pero reacios a al reparto de la torta, y así de seguido.
Además, para JMS, los Kirchner no saben más que gobernar « asestándole su propia voluntad a la política y a la sociedad ». Soberbios. Autoritarios. Etc. JMS termina con un párrafo más por el estilo.
Pongamos un párrafo más nosotros. No tenemos por qué pensar que JMS quiere predecir la verdad. Simplemente, predice. Es una Casandra que padece la ruptura con algún Apolo y diseña los contornos del asunto de su profecía, pero escamoteando la verdadera dimensión histórica y política. Trata a los Kirchner de no videntes, pero él mismo está sumido en la leyenda del Granero del mundo, en el club de ciegos que no llegan a ver más que aquel fabuloso pasado en el que –en realidad- le pusieron al país los grilletes de la subordinación económica, la balcanización sudamericana y una desigualdad social que no merece ser una patria para todos.

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