lunes, 10 de noviembre de 2008

UN AGUJERO EN MI CABEZA

Hay días en los cuales contar algo es muy difícil. Hay días terribles o apacibles en que las palabras no llegan. O llegan, pero como apelmasadas se niegan a narrar. Hoy es uno de esos días. Quisiera poder convertir en un relato aquello que ocurrió aquel sábado luego que bajé del subte, con el papel en la mano donde estaba la dirección del teatro en que se representaba aquella obra realista de los 70, 80 o 90, con la actuación de mi alumno de literatura de los jueves y te juro que no puedo. Viene aquí lo ocasional, lo anecdótico, lo trivial, lo banal. Viene a mi memoria la diva esa, aquella mujer que mi mamá seguía en las novelas de las tres. Pero lo que realmente me turba, lo que puebla el recuerdo de aquella noche, eso, eso es lo que, apelmasadas y estrujadas por quien sabe qué angustia del carajo, las palabras no quieren decir. Eso, justo eso, lo importante, lo que cambia un día para siempre, lo que convierte un día cualunque en una fecha no sale. Justo eso, no quiere salir.
Hoy no.

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