DESENTENDIMIENTO EN LA IGLESIA
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El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Rino Fisichella aseguró que "son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudaron a recuperar la esperanza y la confianza", dirigiéndose directamente a la niña abusada. (EFE)
El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Rino Fisichella, reprochó hoy en la portada del periódico del Vaticano al arzobispo brasileño que excomulgó a la madre y los médicos que practicaron el aborto a una niña de nueve años embarazada de gemelos tras ser violada por su padrastro. En un artículo publicado en L'Osservatore Romano, Fisichella critica la postura del religioso brasileño José Cardoso Sobrinho y defiende a los médicos excomulgados por llevar a cabo la operación. "Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudaron a recuperar la esperanza y la confianza", ha dicho dirigiéndose directamente a la niña.Para el arzobispo italiano, el caso de la niña violada por su padrastro en el noreste de Brasil se trata de una historia de la violencia cotidiana que ha ganado las páginas de los periódicos "sólo porque el arzobispo de Olinda y Recife se movió apresuradamente para declarar la excomunión". Y lamenta la principal consecuencia del episodio que enfrentó al Gobierno con la Iglesia Católica en Brasil: "Se ha resentido la credibilidad de nuestra enseñanza, que a muchos les ha parecido insensible, incomprensible y privada de misericordia".El embarazo de 15 semanas fue descubierto después de que la menor de nueve años, 1,36 metros de altura y 33 kilos de peso, fuera ingresada en un hospital para ser atendida por fuertes dolores abdominales y mareos. El padrastro de la menor, de 23 años y que admitió los abusos, fue arrestado acusado de haber violado a la niña desde que ésta tenía seis años y a su hermana, de 14 años. Fisichella, uno de los colaboradores más cercanos al Papa Benedicto XVI, centra principalmente sus críticas en la postura del arzobispo, antes que en el mecanismo de la excomunión en caso de aborto. "El aborto no espontáneo siempre ha sido y continua siendo condenado a la excomunión, que es automática. No era necesaria, a nuestro juicio, tanta urgencia en dar publicidad a un hecho que se da de manera automática".Por su parte el ministro de Salud brasileño, José Gomes Temporão, ha calificado como radical e inadecuada la posición del arzobispo. "Me estremecieron los dos hechos: lo que ocurrió con la niña y la posición de ese religioso que, equivocadamente, al decir que defiende una vida, coloca en riesgo otra igual de importante", dijo.La interrupción del embarazo se permite en Brasil en casos de violación y riesgo de la vida para la madre. En el caso de la niña convergían ambos supuestos. Pero ninguna de estas razones ablandó al arzobispo, que vio en la decisión de abortar un acto de perversidad moral incompatible con la confesión católica.LULA SE SUMÓ A LA POLÉMICA. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva se unió hace una semana a las protestas: "Lamento que un obispo de la Iglesia católica tenga un pensamiento conservador como éste". “No se puede permitir que una niña violada por su padrastro tenga ese hijo, para empezar porque la vida de esa niña corría riesgo. Creo que en ese aspecto la medicina tiene más razón que la Iglesia". La clave está en que desde el Gobierno de Brasilia se subraya que el aborto en este país es un asunto de salud pública mucho antes que de dogmas religiosos. Miles de mujeres abortan cada año clandestinamente en Brasil, en condiciones infrahumanas, y muchas de ellas no logran salir con vida de las intervenciones.Por su parte, el religioso brasileño no se dio por derrotado ante las presiones. "No me arrepiento. Lo que hice fue declarar la excomunión. Es mi deber alertar el pueblo, para que tengan temor a las leyes de Dios", declaró en entrevista a El País el 4 de marzo , un día después que la niña abortara. Luego de la declaración de Lula, el arzobispo Cardoso Sobrino replicó: "Si el presidente desea hacer un pronunciamiento sobre un asunto teológico, yo le sugeriría que primero pidiese ayuda a sus asesores que sepan de teología, que conozcan la doctrina de la Iglesia católica". El cardenal brasileño, Geraldo Majella Agnelo, tampoco quiso contenerse: "Si el Gobierno no defiende la vida humana desde su concepción, ¿qué va a defender?".En Brasil, la separación de papeles entre la Iglesia y el Estado está claramente plasmada en el preámbulo de la Constitución de 1988. Pese a la laicidad del Estado, las relaciones de Lula con la religión católica siempre han sido especialmente cordiales por razones que se remontan a su época de líder sindical y militante de la izquierda más recalcitrante. Brasil, como el resto de América Latina, fue en la segunda mitad del siglo XX un semillero de movimientos eclesiásticos de base, entre otros, la teología de la liberación. Durante la dictadura militar, estos movimientos dieron una amplia cobertura a miles de activistas de izquierdas, algunos de los cuales hoy son militantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y forman parte del Gobierno. La relación sentimental con la Iglesia viene de lejos, pero en este caso no ha sido suficiente para evitar el choque.Actualmente, la ley sólo permite abortar en casos de violación o cuando corra riesgo la vida de la madre. Existe un tercer supuesto, aún en vías de aprobación, para los casos de malformación fetal incompatible con la vida. En el caso de la niña de nueve años convergían los dos primeros supuestos. El embarazo, de 15 semanas, era de altísimo riesgo tanto por las dimensiones de los órganos de la niña, aún en fase de crecimiento, como por tratarse de una gestación de gemelos. El padre biológico de la niña quería que los gemelos viesen la luz. La madre se mostró irreductible ante la posibilidad de que el embarazo continuara su curso.
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El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Rino Fisichella aseguró que "son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudaron a recuperar la esperanza y la confianza", dirigiéndose directamente a la niña abusada. (EFE)
El presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Rino Fisichella, reprochó hoy en la portada del periódico del Vaticano al arzobispo brasileño que excomulgó a la madre y los médicos que practicaron el aborto a una niña de nueve años embarazada de gemelos tras ser violada por su padrastro. En un artículo publicado en L'Osservatore Romano, Fisichella critica la postura del religioso brasileño José Cardoso Sobrinho y defiende a los médicos excomulgados por llevar a cabo la operación. "Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir y que te ayudaron a recuperar la esperanza y la confianza", ha dicho dirigiéndose directamente a la niña.Para el arzobispo italiano, el caso de la niña violada por su padrastro en el noreste de Brasil se trata de una historia de la violencia cotidiana que ha ganado las páginas de los periódicos "sólo porque el arzobispo de Olinda y Recife se movió apresuradamente para declarar la excomunión". Y lamenta la principal consecuencia del episodio que enfrentó al Gobierno con la Iglesia Católica en Brasil: "Se ha resentido la credibilidad de nuestra enseñanza, que a muchos les ha parecido insensible, incomprensible y privada de misericordia".El embarazo de 15 semanas fue descubierto después de que la menor de nueve años, 1,36 metros de altura y 33 kilos de peso, fuera ingresada en un hospital para ser atendida por fuertes dolores abdominales y mareos. El padrastro de la menor, de 23 años y que admitió los abusos, fue arrestado acusado de haber violado a la niña desde que ésta tenía seis años y a su hermana, de 14 años. Fisichella, uno de los colaboradores más cercanos al Papa Benedicto XVI, centra principalmente sus críticas en la postura del arzobispo, antes que en el mecanismo de la excomunión en caso de aborto. "El aborto no espontáneo siempre ha sido y continua siendo condenado a la excomunión, que es automática. No era necesaria, a nuestro juicio, tanta urgencia en dar publicidad a un hecho que se da de manera automática".Por su parte el ministro de Salud brasileño, José Gomes Temporão, ha calificado como radical e inadecuada la posición del arzobispo. "Me estremecieron los dos hechos: lo que ocurrió con la niña y la posición de ese religioso que, equivocadamente, al decir que defiende una vida, coloca en riesgo otra igual de importante", dijo.La interrupción del embarazo se permite en Brasil en casos de violación y riesgo de la vida para la madre. En el caso de la niña convergían ambos supuestos. Pero ninguna de estas razones ablandó al arzobispo, que vio en la decisión de abortar un acto de perversidad moral incompatible con la confesión católica.LULA SE SUMÓ A LA POLÉMICA. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva se unió hace una semana a las protestas: "Lamento que un obispo de la Iglesia católica tenga un pensamiento conservador como éste". “No se puede permitir que una niña violada por su padrastro tenga ese hijo, para empezar porque la vida de esa niña corría riesgo. Creo que en ese aspecto la medicina tiene más razón que la Iglesia". La clave está en que desde el Gobierno de Brasilia se subraya que el aborto en este país es un asunto de salud pública mucho antes que de dogmas religiosos. Miles de mujeres abortan cada año clandestinamente en Brasil, en condiciones infrahumanas, y muchas de ellas no logran salir con vida de las intervenciones.Por su parte, el religioso brasileño no se dio por derrotado ante las presiones. "No me arrepiento. Lo que hice fue declarar la excomunión. Es mi deber alertar el pueblo, para que tengan temor a las leyes de Dios", declaró en entrevista a El País el 4 de marzo , un día después que la niña abortara. Luego de la declaración de Lula, el arzobispo Cardoso Sobrino replicó: "Si el presidente desea hacer un pronunciamiento sobre un asunto teológico, yo le sugeriría que primero pidiese ayuda a sus asesores que sepan de teología, que conozcan la doctrina de la Iglesia católica". El cardenal brasileño, Geraldo Majella Agnelo, tampoco quiso contenerse: "Si el Gobierno no defiende la vida humana desde su concepción, ¿qué va a defender?".En Brasil, la separación de papeles entre la Iglesia y el Estado está claramente plasmada en el preámbulo de la Constitución de 1988. Pese a la laicidad del Estado, las relaciones de Lula con la religión católica siempre han sido especialmente cordiales por razones que se remontan a su época de líder sindical y militante de la izquierda más recalcitrante. Brasil, como el resto de América Latina, fue en la segunda mitad del siglo XX un semillero de movimientos eclesiásticos de base, entre otros, la teología de la liberación. Durante la dictadura militar, estos movimientos dieron una amplia cobertura a miles de activistas de izquierdas, algunos de los cuales hoy son militantes del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y forman parte del Gobierno. La relación sentimental con la Iglesia viene de lejos, pero en este caso no ha sido suficiente para evitar el choque.Actualmente, la ley sólo permite abortar en casos de violación o cuando corra riesgo la vida de la madre. Existe un tercer supuesto, aún en vías de aprobación, para los casos de malformación fetal incompatible con la vida. En el caso de la niña de nueve años convergían los dos primeros supuestos. El embarazo, de 15 semanas, era de altísimo riesgo tanto por las dimensiones de los órganos de la niña, aún en fase de crecimiento, como por tratarse de una gestación de gemelos. El padre biológico de la niña quería que los gemelos viesen la luz. La madre se mostró irreductible ante la posibilidad de que el embarazo continuara su curso.
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