sábado, 19 de mayo de 2007

Serán cenizas, mas tendrán sentido

Los restos de Francisco de Quevedo han sido depositados esta noche en la capilla de la Virgen de la Soledad de la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol de la localidad de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), en la cripta en la que originariamente fue enterrado en 1645.

Fémur clave
El fémur derecho de Francisco de Quevedo, que mostraba la cojera del literato, ha servido de indicio para identificar los huesos del autor de El buscón, que se encontraban entre otros restos humanos en la parroquia de San Andrés, según José Antonio Sánchez, el director del equipo de la Universidad Complutense de Madrid, que ha recuperado e identificado los restos del escritor.
Nota Completa aquí:

Nosotros, más allá de fémures y cráneos preferimos recordar a don Francisco por su alabanza al buen olfato:

A UNA NARIZ
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.
(Francisco de Quevedo)

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