miércoles, 25 de julio de 2007

LOS GAYS JUDIOS Y LA VISIBILIDAD

Los gays judíos se agruparon para tener “visibilidad” dentro de la colectividad
Formaron JAG, sigla de Judíos Argentinos Gays, que a la vez significa “fiesta” en hebreo. Dicen que se vieron obligados a hacerlo porque a su colectividad le cuesta mucho aceptarlos y no les daba espacios de inclusión. Pronto se sumaron también travestis y lesbianas de esa religión. Y se asociaron a padres de hijos gays, a los que asisten, incluso, con ayuda terapéutica para los jóvenes que “están saliendo del closet”. Su símbolo de pertenencia es la “kipá” multicolor.
A. l. en Pérfil
Jag en hebreo significa fiesta. O festividad. JAG es el nombre que eligieron y la sigla de Judíos Argentinos Gays. O Judíos GLBT (Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transgénero). “Este espacio surgió pensando en que las instituciones judías, tanto sociales y ulturales como religiosas, no brindaban espacios de contención, ni de información, ni de esparcimiento relacionados con los intereses de los gays”, cuenta Diego, uno de los fundadores de JAG, que comenzó a funcionar en marzo de 2004, después de una reunión de amigos.
Con una marca de identidad muy fuerte, el grupo podría haber sido visto por cualquiera como un núcleo demasiado cerrado. “No hay que pensar esto como un gueto, nuestra idea al formar el grupo fue abrir esto a la sociedad en general y a la colectividad judía en particular, que tiene serios inconvenientes con lo gay”, aclaran.
“Sucede mucho a los 25 o 30 años que un chico judío conoce a una chica judía, después se casan, tienen hijos que van a escuelas y clubes judíos, después se hacen amigos de los padres de sus hijos, hay una continuidad. Pero cuando tenés una orientación sexual distinta, perdés eso y uno se aísla, se va de esos lugares porque no tenés un espacio”, apunta Micha, integrante del grupo.
Diego Guinecin es otro de los fundadores y presidente saliente de JAG. Para él una de las cuestiones más importantes es lograr una “visibilidad” de lo gay, romper con la impersonalidad de muchos boliches o espacios gays, más allá de lo religioso. “Los lugares gays hasta ahora se llaman Contramano, Búnker, son todos sótanos. No existe la visibilidad, todo es muy oscuro y se mantiene en el anonimato. Nos gusta este espacio porque la gente se puede encontrar desde una charla, algo más personal.”
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