El drama continúa, a un mes del terremoto en Perú
Lima, 15 sep (PL) Un mes después del terremoto que devastó cuatro ciudades peruanas y causó 519 muertes, el drama continúa para los sobrevivientes, muchos de los cuales claman por abrigo, comida y agua.
El sismo, de 7.9 grados en la escala de Richter, destruyó las ciudades de Pisco, Chincha, Ica y Cañete, ubicadas entre 150 y 310 kilómetros al sur de aquí y la mayoría de los muertos fueron aplastados por viejas iglesias en las que rezaban o en viviendas precarias de adobe.
La desinformación producto de un bloqueo telefónico llevó al gobierno a considerar esa noche que la tragedia era menor, pero al amanecer del 16 quedó al descubierto la magnitud del desastre.
Este fue particularmente grave en Pisco, en cuya base aérea el presidente Alan García estableció un puesto de mando para la emergencia, lo que produjo la reversión de su declive previo en las encuestas.
Al desamparo de decenas de miles de vivienda, se sumó el pillaje de la delincuencia descontrolada y los saqueos de pobladores desesperados por la falta de eficiencia en la distribución de víveres.
La indefensión del país ante la catástrofe fue atribuida por diversos analistas al debilitamiento del Estado por 15 años de política económica neoliberal y privatista.
Las carencias y la pobreza, desnudadas por el sismo, pusieron también en evidencia la verdadera situación de la región de Ica, insignia de la agricultura de exportación que ese modelo proclama como su mérito.
Para la rehabilitación de las poblaciones afectadas, el gobierno siguió la misma línea, al crear un Fondo de Reconstrucción a cargo del polémico empresario Julio Favre, acusado de antecedentes paramilitares y de malas prácticas empresariales.
Favre ha anunciado que la reconstrucción de la infraestructura y las viviendas, subvencionadas en gran parte, será encargada a empresas privadas y que se propone hacer de Pisco una ciudad moderna y enfilada al desarrollo, en el esquema neoliberal.
La presencia del empresario genera preocupaciones en sectores oficiales y organizaciones sociales que creen posible que favorezca negocios eventualmente ilícitos.
La reconstrucción aún no ha comenzado y no se ha terminado siquiera el retiro de los escombros, que el gobierno había prometido finalizar con celeridad.
El municipio de Pisco calcula que quedan 700 mil toneladas de escombros y ha manifestado preocupación porque los trabajos de remoción están detenidos.
Muchas casas de las viviendas dañadas pueden derrumbarse y amenazan a sus moradores, los servicios de agua y desagüe siguen colapsados y muchos pobladores aseguran pasar hambre porque la defensa civil no les suministra alimentos.
Los actos de pillaje, ahora esporádicos, no se han terminado, y esta semana una organización no gubernamental sufrió el robo de las casas prefabricadas que debía distribuir entre los damnificados.
Lima, 15 sep (PL) Un mes después del terremoto que devastó cuatro ciudades peruanas y causó 519 muertes, el drama continúa para los sobrevivientes, muchos de los cuales claman por abrigo, comida y agua.
El sismo, de 7.9 grados en la escala de Richter, destruyó las ciudades de Pisco, Chincha, Ica y Cañete, ubicadas entre 150 y 310 kilómetros al sur de aquí y la mayoría de los muertos fueron aplastados por viejas iglesias en las que rezaban o en viviendas precarias de adobe.
La desinformación producto de un bloqueo telefónico llevó al gobierno a considerar esa noche que la tragedia era menor, pero al amanecer del 16 quedó al descubierto la magnitud del desastre.
Este fue particularmente grave en Pisco, en cuya base aérea el presidente Alan García estableció un puesto de mando para la emergencia, lo que produjo la reversión de su declive previo en las encuestas.
Al desamparo de decenas de miles de vivienda, se sumó el pillaje de la delincuencia descontrolada y los saqueos de pobladores desesperados por la falta de eficiencia en la distribución de víveres.
La indefensión del país ante la catástrofe fue atribuida por diversos analistas al debilitamiento del Estado por 15 años de política económica neoliberal y privatista.
Las carencias y la pobreza, desnudadas por el sismo, pusieron también en evidencia la verdadera situación de la región de Ica, insignia de la agricultura de exportación que ese modelo proclama como su mérito.
Para la rehabilitación de las poblaciones afectadas, el gobierno siguió la misma línea, al crear un Fondo de Reconstrucción a cargo del polémico empresario Julio Favre, acusado de antecedentes paramilitares y de malas prácticas empresariales.
Favre ha anunciado que la reconstrucción de la infraestructura y las viviendas, subvencionadas en gran parte, será encargada a empresas privadas y que se propone hacer de Pisco una ciudad moderna y enfilada al desarrollo, en el esquema neoliberal.
La presencia del empresario genera preocupaciones en sectores oficiales y organizaciones sociales que creen posible que favorezca negocios eventualmente ilícitos.
La reconstrucción aún no ha comenzado y no se ha terminado siquiera el retiro de los escombros, que el gobierno había prometido finalizar con celeridad.
El municipio de Pisco calcula que quedan 700 mil toneladas de escombros y ha manifestado preocupación porque los trabajos de remoción están detenidos.
Muchas casas de las viviendas dañadas pueden derrumbarse y amenazan a sus moradores, los servicios de agua y desagüe siguen colapsados y muchos pobladores aseguran pasar hambre porque la defensa civil no les suministra alimentos.
Los actos de pillaje, ahora esporádicos, no se han terminado, y esta semana una organización no gubernamental sufrió el robo de las casas prefabricadas que debía distribuir entre los damnificados.
Siguen disponibles estos sitios de ayuda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario