...Y hay otros contraluces. Se puede transmitir en directo un acto en Plaza de Mayo con mínima concurrencia a favor de la pena de muerte y destacar en primera plana los discursos que contraponen la inseguridad con los derechos humanos. Y al mismo tiempo darle mínima atención mediática a la movilización de cientos de miles de personas en todo el país el 24 de marzo.
Lo que se ve en la pantalla, lo que se lee en los diarios y se escucha en las radios tiene la pretensión de ser la voz “general”, lo que piensan “todos”, la mirada y el pensamiento “de la sociedad”. Los medios no son “la gente”, pero pujan como si lo fueran para tratar de convertirse en su identidad, un ser social. Y sin embargo, pese a toda la campaña que desplegaron sobre la inseguridad, la convocatoria que lograron fue mínima. Pese a la persistente y sistemática acción de subestimación y desgaste de la problemática de los derechos humanos y sin la más mínima convocatoria mediática, los actos por el 24 de marzo tuvieron una asistencia aun mayor que en otros años.
La realidad no se dirime tampoco en la matemática de los actos. La sensación de inseguridad está instalada en las clases medias y altas urbanas, aunque la asistencia a esos actos fuera mínima. Y el mal humor entre los productores rurales se mantiene aunque no vayan a los cortes de ruta ni asistan a los actos de la Mesa de Enlace. Pero la realidad virtual plantea el escenario más crispado de todos, el más violento e intolerante, retoma pulsaciones que se agitan en distintos planos de la sociedad y las proyecta a un estado de máxima exasperación. La asamblea de obispos advirtió sobre la reverberancia de este clima volcánico pero evitó referirse ni lejanamente a esa exacerbación mediática uniforme que se incrementó en los últimos años.
Lo que se ve en la pantalla, lo que se lee en los diarios y se escucha en las radios tiene la pretensión de ser la voz “general”, lo que piensan “todos”, la mirada y el pensamiento “de la sociedad”. Los medios no son “la gente”, pero pujan como si lo fueran para tratar de convertirse en su identidad, un ser social. Y sin embargo, pese a toda la campaña que desplegaron sobre la inseguridad, la convocatoria que lograron fue mínima. Pese a la persistente y sistemática acción de subestimación y desgaste de la problemática de los derechos humanos y sin la más mínima convocatoria mediática, los actos por el 24 de marzo tuvieron una asistencia aun mayor que en otros años.
La realidad no se dirime tampoco en la matemática de los actos. La sensación de inseguridad está instalada en las clases medias y altas urbanas, aunque la asistencia a esos actos fuera mínima. Y el mal humor entre los productores rurales se mantiene aunque no vayan a los cortes de ruta ni asistan a los actos de la Mesa de Enlace. Pero la realidad virtual plantea el escenario más crispado de todos, el más violento e intolerante, retoma pulsaciones que se agitan en distintos planos de la sociedad y las proyecta a un estado de máxima exasperación. La asamblea de obispos advirtió sobre la reverberancia de este clima volcánico pero evitó referirse ni lejanamente a esa exacerbación mediática uniforme que se incrementó en los últimos años.
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