Los escritores y el negocio editorial
la gaceta
En la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que concluyó hace pocos días, la Secretaría de Cultura de la Nación presentó el trabajo "Libros, música y medios", un informe elaborado por su Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca), en el que se señala, entre otras cosas, que la distribución de editoriales a lo largo del territorio nacional es desigual: el 62 % de estas están concentradas en la ciudad de Buenos Aires.Se indica que en la Argentina existen 3.128 librerías y 3.530 editoriales. Mientras que las primeras están distribuidas en forma heterogénea, las editoriales, en cambio, se agrupan en Buenos Aires. Allí se emplaza casi el 20 % del total de las librerías, mientras que en esta misma ciudad se radica el 62 % de las editoriales existentes. Según el Sinca, en 2007, en la provincia de Tucumán había registradas 32 empresas, una menos que la que tenía Salta. De acuerdo con esa base de datos, Santiago del Estero apenas contaba el año pasado con una sola editora. Después de la ciudad de Buenos Aires, que exhibe 2.150 editoriales, del Gran Buenos Aires (442 empresas) y de provincia de Buenos Aires (192), las provincias que más actividad editorial muestran son Córdoba, con 201 firmas, Santa Fe, con 147 y Mendoza, con 88. Las fuentes de consulta del organismo nacional para el diseño de estas estadísticas fueron los gobiernos provinciales, la AFIP, el Indec y la Cámara Argentina del Libro, según un despacho de la agencia Télam. De acuerdo con esa estadística, Tucumán ocupa el octavo lugar nacional en la producción editorial para libros.Llama la atención el elevado número de editoriales que hay en nuestra provincia, según ese relevamiento. En la Argentina, paradójicamente la labor del escritor ha sido, en general, devaluada por las editoriales, especialmente si estos son del interior del país. Desde tiempos remotos, salvo algunas excepciones, para publicar un libro, un escritor debe pagar parte de la edición de la obra y una vez publicada tardará un buen tiempo en cobrar regalías -si las hubiere- porque suele ser costumbre que las empresas se aseguran el futuro reembolso para recuperar su inversión; el autor siempre puede esperar.Pero este trato incomprensible con el creador, que no sucede en otros países, donde le pagan por adelantado, prosigue luego con la escasa distribución y promoción de la obra. En la cadena de comercializació n de un libro, el autor es absurdamente el que menos gana; no hay que pensar demasiado para darse cuenta de que sin autor ni obra las editoriales no existirían. Lo curioso es que en las últimas décadas, las grandes editoriales han pasado a tener más protagonismo que los autores. Algo similar sucede, por ejemplo, en el mundo de las artes plásticas, en el que los curadores han adquirido mayor relevancia que el productor de la obra de arte.A nivel local, si hay tantas editoriales como señala el trabajo "Libros, música y medios", cabría preguntarse cuál es el destino de las publicaciones. En otra ocasión, hemos señalado que la mayor parte de los tucumanos desconoce la producción de sus propios escritores. Ello sucede no sólo por falta de difusión, sino porque sus textos no son enseñados en ningún ciclo de la educación, salvo honrosas excepciones, por iniciativa de algún docente o colegio. De ese modo, difícilmente los tucumanos puedan interesarse por leer o adquirir la obra de un comprovinciano. Si el Estado impulsara la enseñanza de nuestra historia y de sus hacedores de cultura, estaríamos dando un gran paso en valorar lo que producen, en este caso, los escritores y su labor sería menos ingrata.
En la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que concluyó hace pocos días, la Secretaría de Cultura de la Nación presentó el trabajo "Libros, música y medios", un informe elaborado por su Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca), en el que se señala, entre otras cosas, que la distribución de editoriales a lo largo del territorio nacional es desigual: el 62 % de estas están concentradas en la ciudad de Buenos Aires.Se indica que en la Argentina existen 3.128 librerías y 3.530 editoriales. Mientras que las primeras están distribuidas en forma heterogénea, las editoriales, en cambio, se agrupan en Buenos Aires. Allí se emplaza casi el 20 % del total de las librerías, mientras que en esta misma ciudad se radica el 62 % de las editoriales existentes. Según el Sinca, en 2007, en la provincia de Tucumán había registradas 32 empresas, una menos que la que tenía Salta. De acuerdo con esa base de datos, Santiago del Estero apenas contaba el año pasado con una sola editora. Después de la ciudad de Buenos Aires, que exhibe 2.150 editoriales, del Gran Buenos Aires (442 empresas) y de provincia de Buenos Aires (192), las provincias que más actividad editorial muestran son Córdoba, con 201 firmas, Santa Fe, con 147 y Mendoza, con 88. Las fuentes de consulta del organismo nacional para el diseño de estas estadísticas fueron los gobiernos provinciales, la AFIP, el Indec y la Cámara Argentina del Libro, según un despacho de la agencia Télam. De acuerdo con esa estadística, Tucumán ocupa el octavo lugar nacional en la producción editorial para libros.Llama la atención el elevado número de editoriales que hay en nuestra provincia, según ese relevamiento. En la Argentina, paradójicamente la labor del escritor ha sido, en general, devaluada por las editoriales, especialmente si estos son del interior del país. Desde tiempos remotos, salvo algunas excepciones, para publicar un libro, un escritor debe pagar parte de la edición de la obra y una vez publicada tardará un buen tiempo en cobrar regalías -si las hubiere- porque suele ser costumbre que las empresas se aseguran el futuro reembolso para recuperar su inversión; el autor siempre puede esperar.Pero este trato incomprensible con el creador, que no sucede en otros países, donde le pagan por adelantado, prosigue luego con la escasa distribución y promoción de la obra. En la cadena de comercializació n de un libro, el autor es absurdamente el que menos gana; no hay que pensar demasiado para darse cuenta de que sin autor ni obra las editoriales no existirían. Lo curioso es que en las últimas décadas, las grandes editoriales han pasado a tener más protagonismo que los autores. Algo similar sucede, por ejemplo, en el mundo de las artes plásticas, en el que los curadores han adquirido mayor relevancia que el productor de la obra de arte.A nivel local, si hay tantas editoriales como señala el trabajo "Libros, música y medios", cabría preguntarse cuál es el destino de las publicaciones. En otra ocasión, hemos señalado que la mayor parte de los tucumanos desconoce la producción de sus propios escritores. Ello sucede no sólo por falta de difusión, sino porque sus textos no son enseñados en ningún ciclo de la educación, salvo honrosas excepciones, por iniciativa de algún docente o colegio. De ese modo, difícilmente los tucumanos puedan interesarse por leer o adquirir la obra de un comprovinciano. Si el Estado impulsara la enseñanza de nuestra historia y de sus hacedores de cultura, estaríamos dando un gran paso en valorar lo que producen, en este caso, los escritores y su labor sería menos ingrata.
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