martes, 23 de septiembre de 2008

MÉXICO: ¿EL 16 DE SETIEMBRE UNA APARIENCIA?


El 16 de septiembre y la sociedad de las apariencias
¿Quién tiene ánimos para celebrar la “independencia” de México? La ciudad está sitiada, vivimos en un campo de concentración, como criminales, rodeados de soldados que nos hacen todavía más difícil la vida con su presencia, sumándose al estrés del trabajo, la familia, la pareja, etcétera.Es incongruente pues, celebrar algo que sólo existe en el imaginario de los políticos. La independencia es un mito que serviría mejor para recordarnos que la libertad cuesta cara, que estamos lejos de ser un país independiente, y que en estos momentos, celebrar un hecho remoto de ser consumado, es una broma de mal gusto.
Carlos Murillo G.
Por otro lado, para realizar semejante celebración hace falta una buena dosis de cinismo, negar la violencia gratuita y desconocer la democracia. Si la distancia entre gobierno y sociedad es de por si amplia, el malestar generado por la presencia castrense, más la violencia desatada va a terminar por generar odios más recalcitrantes hacia la clase política, ya de por sí mal vista y peor comentada por una ciudadanía cada vez más crítica.Claro que en la noche del grito habrá gente: los paleros de siempre, acarreados, gente de partido, lambiscones y población lumpen traída de las periferias pobres de la ciudad. Los editorialistas del régimen besarán los zapatos de sus jefes y ofrecerán odas poéticas muy nacionalistas como vacías de contenido. Son las personas que no quieren darse cuenta que la ciudad y el país está de luto; por eso celebran algo que no entienden, porque no lo han vivido fuera del sistema. En México funciona desde tiempos de la república la sociedad de las apariencias: se aparenta tener dinero, se aparenta ser feliz, se aparenta una familia modelo, se aparenta un gobierno exitoso, etcétera; aparentamos una democracia para sentirnos dentro del mundo civilizado, pero por dentro nos consumimos enajenadamente tratando de explicarnos lo que significa ser mexicano. El resultado es siempre una negación: si soy alcohólico, lo niego; si debo dinero y me cobran, me hago el ofendido y no pago; si es el día de la independencia, lo acepto y me voy a festejar aunque la ciudad se esté cayendo en pedazos. Nunca hacemos una dialéctica positiva, nos es más fácil jugar el juego de las apariencias que darlo por terminado. Así, los gobiernos hacen como que gobiernan y la gente como que es gobernada. Con tal de festejar se nos olvida de qué estamos hechos.Las naciones modernas, como las antiguas, funcionan a través de mitos y héroes, como las religiones. La construcción de éstos es indispensable para fomentar la unidad nacional y brindar identidad. En estos tiempos violentos un Hidalgo, un Morelos o unos Niños Héroes no tienen cabida en el imaginario colectivo por que no representan héroes (santones) a quien acudir cuando hay peligro. Tal vez si vivieran serían los primeros en reconocer las contradicciones actuales y enfrentarían al mal gobierno, pero, ¿de qué serviría? Si hoy no somos capaces de actuar por nosotros mismos, no somos capaces de honrar su memoria y además, su sacrificio sería, como entonces, en vano, pues la independencia (emancipación) no está terminada y hoy se presenta con una crudeza distinta.
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